LOS QUE SOBREVIVEN NUNCA SON LOS MISMOS: CRÍTICA DE RUBÉN MUÑOZ HERRANZ

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Os prometí que incluiría las críticas que fuera recibiendo y me ha llegado la de Rubén Muñoz Herranz, que es formador ocupacional, webmaster, corrector ortotipográfico y de estilo, diseñador gráfico y escritor. Su relato «La gente del parque Aluche» ha obtenido un accésit en el IX certamen de relato corto José Luis Gallego. Quería agradecer a Rubén su amabilidad a la hora de hacer una crítica, lo que no siempre es agradable. Y agradeceros a tod@s vuestro apoyo a LOS QUE SOBREVIVEN NUNCA SON LOS MISMOS. Nos vemos en la Feria del libro de Madrid el próximo dia 15 a las 17:00. Allí os espero 🙂

«Aunque estos ejercicios de crítica literaria me provocan pavor, porque no hay nada más subjetivo que el arte y nada más engañoso que el ego y la proyección personal del crítico, la impresión que recibo de estas páginas me trae una cosa buena y una fetén. Empiezo por el final, que es como se construyen (creativamente) las casas. Lo fetén es que ninguno de los relatos da alguna respuesta, alecciona o aconseja al lector. La literatura es el arte de las paradojas terminales de la existencia y como narradora Berta Delgado se desliza cómodamente por este ámbito, como si no le costara ningún esfuerzo «mirar una fina lluvia salpicando el cristal y otras veces desapareciendo sin dejar rastro». Es bien sabido que mucha gente vive de decirle a los demás lo que tiene que hacer: a la pregunta ¿qué camino tomo ahora? contesta una plétora de políticos, obispos, psicólogos, historiadores, periodistas, etc. Pero el camino del escritor es el que traza Berta Delgado en sus cuentos breves: la literatura no es el campo de la psicología, la historia o la religión, aunque se puedan utilizar para narrar. Es la acción de sus personajes lo que determina las preguntas en la mente del lector y es él o ella quien debe responder, ya sea intentando matar al Papa o vendiéndole a Ken Loach un guion donde Melanie Griffith es protagonista. Este empeño por ser «literaria» alcanza su punto álgido en las cuatro últimas narraciones del libro que nos acercan a una reflexión bellísima sobre la vida y la muerte, a un uso de la imaginería visual cincelado y certero en El túnel y al estremecedor abismo de la creatividad escondida y las expectativas frustradas en Rusia será hermosa.

Otra cosa buena (o que a mí me gusta, mejor expresado) es el uso de algunas imágenes poderosas que evocan lo que el personaje está sintiendo sin mayores aspavientos, despojando el lenguaje de ornamentación y acercando sensaciones como la repugnancia o emociones como el desánimo. Como esto se hace siguiendo las consignas de Borges («el que tiene algo que contar, lo cuenta, el que no, se pone barroco») con un lenguaje ágil, sin frases alambicadas que estorben el discurrir de los personajes (aunque sea hacia la nada, la entropía o como lo queramos llamar) el efecto conseguido es el de levedad, brevedad forzosa, a veces angustia.

Pero escribir como elige Berta escribir trae aparejado, quizá, un cierto conflicto entre el detalle y la omisión, lo que se debe sugerir y lo que es finalmente narrado. En algunas ocasiones el celo de Berta por la inquietud de sus personajes hace que se introduzca en ellos y esa injerencia mental persiste cuando vuelve a salir, interrumpiendo la transferencia con el lector y mermando el poder de reclamo de sus imágenes. Es normal, si tenemos en cuenta que la forma de la narración es cruda, que las descripciones son escuetas, que el lenguaje, como decía antes, ha sido cribado para ofrecer una cierta sensación; pero en esos momentos en que la autora se introduce en la mente de los personajes, o reflexiona directamente sobre ellos recordando al lector el poder que tiene sobre sus criaturas, el espacio que el lector necesita es cercenado y en unos lapsos fugaces se detiene eso, la fugacidad, y algo parecido a un absoluto desde el punto de vista utilizado por el narrador fagocita un texto que en esencia se dirige a lo relativo. Pero son solo instantes, que en el conjunto de un buen libro de relatos, como diría el Nexus de Bladerunner, se pierden como gotas en la lluvia. La escritora tiene una voz propia que pulirá con los años hasta que ya no seamos los mismos con sus libros.»

3 comentarios en “LOS QUE SOBREVIVEN NUNCA SON LOS MISMOS: CRÍTICA DE RUBÉN MUÑOZ HERRANZ

  1. Yo creo que ha dado en el clavo, y sintetiza muy bien todo lo que Berta quiere expresar en su libro de relatos. A mí personalmente me gusta porque en algunos capítulos me hago una imagen fotográfica de toda la escena y a veces uno se siente reflejado en el personaje. Tanto es así que uno de sus capítulos me impactaron tanto que tuve que hacer un dibujo para plasmarlo. Es un libro más que agradable, es como la existencia de todos esos seres humanos que viven una vida normal, con traumas, trabas y alguna que otra alegría que edulcora sus aburridas vidas.

    Felicidades por esta crítica, al que la recibe y al que lo escribe.

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