Algún día escribiré sobre Matadero cinco, una de mis novelas favoritas y la más famosa que ha escrito Kurt Vonnegut (1922-2007). Mejor aún, lo voy a hacer ya que estamos, seré muy breve: LEEDLA.
Hoy, sin embargo, quería hablaros de una obra que escribió con 82 años, una edad a la que uno está de vuelta de casi todo y a la que me encantaría tener ese sentido del humor suyo, tan característico. Supongo que le viene de haber luchado en la Segunda Guerra Mundial, porque la guerra relativiza todo lo demás. Vonnegut fue un gran humanista, estudió antropología en Chicago y bioquímica en Cornell. Murió a los 84 años de una caída en su casa a pesar de haber sido uno de los 7 supervivientes del bombardeo de Dresde. Irónico.
Un hombre sin patria es una recopilación de ensayos que se convirtió en un best seller. No lo entiendo, no porque no sea estupendo, sino porque si tanta gente compartiera esas ideas humanistas y críticas con lo que estamos haciendo al planeta y a los demás el mundo sería mejor. El sarcasmo surca todos los temas que le importan y da una idea terrible y obvia de lo asquerosos que somos y cómo grandes personajes que han salvado muchas vidas han renegado del ser humano. Para él, la única prueba que necesitaba de la existencia de Dios era la música.
Es posible que no deje títere con cabeza y que si lo leéis soltéis unas cuantas carcajadas, pero sólo es un pequeño resumen de lo que verdaderamente importa en la vida y de lo mala que es para casi todos menos para algunas personas consideradas honorables y productivas. Siento no poder daros una idea más clara o proporcionar una sólida base que os anime a leer este libro salvo deciros que se publica mucha basura y que algunos escritores famosos no deberían serlo y que no es el caso de Vonnegut. Siento también repetirme y leer a veteranos de guerra pero no creo que haya nada más infame. Escuchar a alguien que ha vivido el horror siempre nos podrá abrir los ojos.
Y si alguno de vosotros está pensando lo poco que le gustan los críticos literarios y lo innecesario de mis palabras sólo os cuento una anécdota de Un hombre sin patria. El pintor Syd Solomon era vecino de Vonnegut en Long Island y éste le preguntó un día cómo se podía distinguir una buena obra de arte de una mala y dijo: «mira un millón de obras y no podrás equivocarte».
«La risa y las lágrimas son respuestas a la frustración y al agotamiento. Yo, por mi parte, prefiero la risa porque hay menos que limpiar después» K. Vonnegut
PD. Os recuerdo que estaré firmando ejemplares de LOS QUE SOBREVIVEN NUNCA SON LOS MISMOS en la Feria del libro de Madrid, el próximo domingo a las 17:00h, caseta 143. Os espero 🙂