Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010). Su nombre y su obra han quedado, para mí, indefectiblemente unidos a mi idea de república. La república que debería ser España, porque su flamante, campechano y abdicado rey prefirió ver la Fórmula 1 que ir a su funeral. Sentí vergüenza ajena, eso que los británicos llaman vergüenza española, porque desconocen que uno se pueda sentir abochornado por lo que hagan los demás. Pues yo sí sé lo que es eso y le habría abdicado de una colleja, pero le perdoné por ignorante.
Delibes fue catedrático de Derecho Mercantil y periodista. Destacó como novelista y consiguió distintos galardones como el Premio Nadal, el Nacional de Literatura, el Fastenrath, el de la Crítica, el Príncipe de Asturias de las Letras, el de Castilla y León y fue académico de la lengua desde 1973 (aunque también lo es Soledad Puértolas pero, por hoy, no quiero enfadarme más). A pesar de todos estos títulos no me da la impresión de que se le haya reconocido suficientemente. Creo que la idea que sobrevuela su obra es la de hombre de campo, de personajes con nombres improbables de pueblos hoy desiertos. Es decir, que sus temas no nos interesan demasiado hoy día, aunque quizá recuperó algo de fama con El hereje.
En otra entrada os hablaba de mis autores favoritos y lo mencionaba, pues su maestría se observa en sus personajes, la precisión y concisión de las palabras justas de un castellano parco y sobrio, no exento de humor. El análisis de una sociedad fracturada a través de un conocimiento profundo de un vocabulario cada vez más olvidado perdurará a través del tiempo. Leí de muy niña la mayoría de sus obras y Las ratas fue una novela que me marcó, sin duda, aunque ninguna tiene desperdicio, pues su talante humanista pone de manifiesto temas universales que nada tienen que ver con las modas.
Hoy, sin embargo, quiero hablaros de Pegar la hebra (1990) expresión que significa entablar conversación. Se trata, pues, de una charla con los lectores de muy diversos temas: anécdotas de personajes como Orson Welles o Francisco de Cossío, análisis críticos, algo de teoría literaria, su opinión sobre el aborto, el fútbol, la ecología, la caza (sólo menor), el periodismo y que refleja, sobre todo, su fe en el ser humano y en la naturaleza, siempre presente en su obra. Miguel Delibes es un maestro y en esta ocasión nos muestra, como él decía su «[…] gusto por la palabra, ese mágico juego que consiste en atrapar una idea y fijarla en el papel mediante cuatro vocablos precisos».