QUIM MONZÓ: EL PORQUÉ DE LAS COSAS

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Buscaba una foto para incluir en la entrada de hoy y escribo: Quim Monzó. Voy al apartado de imágenes, como siempre. Pero salta una ventana emergente que indica que para ver las fotografías de Quim Monzó necesito desactivar un filtro que creía que no tenía activado, el de imágenes seguras. Me apresuro a pinchar en el botón. Sí, estoy segura de que tengo más de 18 años, no tan segura de querer volver a tenerlos y jaleo al ratón  lak lak lak, chasqueo la lengua para que vaya más rápido porque quiero ver qué tipo de imágenes consideradas no seguras puede tener este escritor cuyo físico me desagrada (mil perdones). No de manera consciente y, sin poner en duda un cráneo privilegiado como el suyo que diría Valle-Inclán, es demasiado grande y no va mucho a la peluquería, por decir algo políticamente correcto. Me vienen a la mente otras imágenes de mi gusto pero no logro encontrar qué puede ser morboso entre las típicas poses de autor. Al fin le veo maquillado de mujer. ¿Será posible? ¿Sólo eso? También hay un montaje. Su enorme cabeza en un abdomen con tortuguitas. Por lo visto, alguien más tiene la misma sensación que yo: follar con un tonto es una amargura. En fin. Descargo la foto y dejo el filtro desactivado, aunque no sé por qué, no sé el porqué de las cosas.

Quim Monzó (Barcelona, 1952) ha sido, entre otras cosas, dibujante de historietas, dialoguista de películas, letrista de canciones, guionista de radio y televisión, diseñador gráfico y reportero de guerra. Por eso, cuando nos acercamos a sus cuentos tenemos que ser cautos, parecen simples. No lo son. Son absurdos, divertidos y sarcásticos pero conocen al ser humano en su inmundicia y eso no tiene gracia, aunque se ríe de casi todo, en especial de la incertidumbre que rodea estos personajes con nombres inventadísimos. Monzó riza el rizo de situaciones cotidianas y sus protagonistas te terminan dando pena ¡qué tonta es la vida! ¿Por qué hago lo que hago? ¿Por qué no hago lo que quiero? Son esquemas simbólicos que retuercen lo poco que creemos saber de nuestra vida y la de los demás, como cuando destroza los cuentos de hadas y los convierte en auténticas guarradas (esas que hacemos con nuestros amantes). La primera vez que lo leí no me terminó de gustar. Ahora me encanta, mi libro favorito de Monzó es Mil cretinos, aunque no sé si sabría explicaros por qué.

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