Por aquello de tomarnos todo de una manera personal (craso error) uno se toma las críticas indefectiblemente mal. Ante semejante ataque al ego alguien decidió acuñar el término «crítica constructiva» que es tanto como decir que lo que te han dicho no es para hundirte en la miseria sino por tu bien, para que aprendas, lo que casi siempre resulta una humillación o, en su defecto, de una condescendencia asquerosa. Dicho esto, cuando uno empieza a escribir debe (aparte de muchas otras cosas) aprender a corregirse y aprender a aceptar las críticas y es difícil ¿eh?
El gran quid. Grandes genios han sido grandes incomprendidos, pero no todos somos genios, no podemos estar por encima de nadie y, mucho menos, por encima de los lectores. Es decir, tienes que escribir lo que quieras (escribes por ti, para ti en primer lugar), confiar en lo que haces y en tu evolución, adorar a tu editor/corrector que pueda que tenga más ojo (Raymond Carver lo hizo, gracias al Cielo) y asimilar lo que te digan. Esas críticas hay que verlas de manera objetiva y aunque algunas te parezcan estúpidas, respetarlas. Importante. Muchas veces nos venden cosas como artísticas y son bochornosas, como en las ferias de arte ¿verdad? Eso es marketing.
Os cuento todo esto por un encontronazo el otro día en LinkedIn con unos profesionales de la Psicología y la Marca Personal, que se ofendieron muchísimo porque critiqué con dureza su artículo…es cierto…dije: «Lamentable artículo, de lo peor que he leído últimamente y no sólo de marca personal», luego di mis razones, por supuesto. Tarde. Respondieron que no se puede «destruir» el trabajo de nadie y atacaron mi capacidad de comprensión al decir que la lectura había sido en diagonal y poco menos que no sabía de lo que estaba hablando porque «ellos» saben y «yo» no. En ningún momento me salí de lo que se hablaba en el post pero ¡ay! se defendieron como lobos y me vi obligada a recordar lo siguiente: «Cuando mostramos lo que escribimos debemos tener en cuenta que no todo el mundo tiene que estar de acuerdo. Para que los amigos nos digan lo estupendos que somos está Facebook ¿no?».
Conclusión. El mundo de la crítica es muy ingrato y no está basado en el aire, ni en el gusto personal, aunque influya, sino en la acumulación de lecturas y en la conexión de las mismas. Termino con dos pinceladas. Herman Mellvile, autor de Moby Dick, dejó para la primera lectura crítica de Bartleby, el escribiente, a un pescador que conocía y, por otro lado, aquello que ya he mencionado en alguna ocasión que leí a Kurt Vonnegut, para saber si algo es arte o no hay mirar 10.000 obras. Por tanto, para saber beber hay que saber mear ergo para aprender a escribir hay que aprender a aceptar lo que te digan.
Pd. Aquí las críticas corrosivas, aniquiladoras y/o respondonas son bienvenidas. Por cierto, ya podéis encontrar MONÓLOGO INTERIOR en los blog de la Revista Culturamas. Un verdadero placer. bertadelgadomelgosa@gmail.com ❤
Hola Cuentista…muchas gracias por tus palabras…tienes razón…pero internet sólo es un reflejo, a veces algo distorsionado, de la realidad.
Me ha gustado mucho este artículo (y todo el blog) y la lucidez que desprende. Sobre todo lo relevante que es para estos tiempos donde el mundo virtual se mueve entre el buenrollismo empalagoso, y los que se dedican a insultar y despotricar, sin un espacio entre los dos extremos. Es una pena, porque tienes una ventana abierta al mundo, pero no sirve para aprender de nadie, porque nadie se atreve a enseñarte nada para no ser acusados como te ha pasado a ti.
Pues sí, Silvia…pero es que hay mucha prepotencia…gracias por comentar 🙂
Qué cierto, Poli…la educación por encima de todo y de todos..gracias por pasarte 🙂
mil gracias por tus palabras Jose Luis… espero que te encuentres mejor y espero tu crítica de mi ensayo 🙂
Se lamenta lo ocurrido. Cuando se publica algo, uno es consciente que está expuesto a todo tipo de comentarios. Solo hay que tomarlos y construir, también defender posturas pero con respeto.
El 6 de abril de 2016, 06:52, «MONÓLOGO INTERIOR. blog de crítica literaria»
Muy buena reflexión, Berta. Yo siempre sostengo (más para mis adentros que para «mis afueras») que antes de ser escritores, ingenieros, licenciados, arquitectos, médicos, etc., somos lo que hemos mamado. Y la humildad se aprende en casa, y se alimenta o se destruye con lo que elijamos darle de comer. Seas quien seas, si no eres humilde, no aceptarás la crítica en ningún aspecto de tu vida y donde sea que te encuentres.
En el caso de la escritura y al ambiente artístico, creo yo que se intensifica la vulnerabilidad porque cargamos con un alma sensible y mucho más expuesta (y un ego que se alimenta en las redes sociales – como bien mencionas Facebook, por poner un ejemplo).
Como bien dices, deberíamos tener la humildad suficiente para saber discernir de dónde viene la crítica, ¿quién está detrás del que opina?
Eleonore Roosevelt decía: «Nadie te hiere sin tu consentimiento». ¿Dónde está «el enojo»? ¿En las palabras que usamos para hacer nuestra crítica, o en cómo nos sentimos cuando somos criticados?
Abrazos!
6-IV-2016.
Querida Berta, leo tus reflexiones y las considero de una lucidez impecable. Aunque la verdad
duela, la lucidez y claridad mental la ennoblece, y eso contribuye a sublimar el malestar en un crecimiento interno como persona y como crítica. Escribir no es fácil, ni cuando cultivas la narrativa, o como en mi caso (pues escribir narrativa me asusta), cuando haces poesía y crítica literaria. Uno debe, a fin de cuentas, si has decidido que lo tuyo son las letras, armarse de paciencia, en relación con los comentarios todos, y de humildad, aunque por dentro a veces sienta uno que se lo carga el payaso. Y de todas las andanadas de vocablos, muchas veces hirientes, dirigidos contra ti, saber aceptar lo que la propia conciencia y sabiduría (y el instinto, por supuesto) avalen como aceptable. Y benditos sean los editores y correctores (el amigo de Kafka que lo desobedeció y no quemó los manuscritos, el editor de Boccaccio que no quemó el Decamerón, y los amigos sabios que colaboran con los autores, como por ejemplo Theodor W. Adorno, quien aportó inmensidades (nada menos que los conocimientos musicales) a la ardua composición del Dr. Faustus, de Thomas Mann). En eso estamos de acuerdo.
También comparto contigo una desconfianza ante la “crítica constructiva”. El solo hecho de utilizarla es una redundancia ofensiva que zahiere, pues si sabemos español, también sabemos que el término crítica tiene que ver con el discernimiento, el análisis y examen fenomenológico de lo que se critica, no con colocar al autor en la silla de los que “deberían aprender” (aunque a veces así sea, pues muchos son los que escriben, y pocos son los que lo hacen con arte. En mi caso personal, acepto de buena gana (cierto que duele a veces) todo lo comentado que sea aceptable, y muchas veces los comentarios críticos con buen ojo sí que enriquecen los textos. Además, hay un terreno de la crítica que es de gran utilidad, el de la crítica especializada en literatura académica. No es de despreciar, aunque igualmente a veces nos punce el tener que acudir a ella, por ejemplo, a una experta en literatura italiana que maneja la dialectología del meridión mejor que yo, etcétera.
Y en todo caso, qué bueno sería que marketing aparte, y chapucerías entre paréntesis (para desecharse), un gran respeto fuera la norma de conducta por la que se rigieran los muchas veces quisquillosos, celosos, malintencionados y letales sujetos de la creación artística.
Un abrazo desde México. PD. Estoy recomendando tus artículos, y les agrego mis respuestas, a los colega caribeños de Escritores Dominicanos Independientes.
Date: Wed, 6 Apr 2016 10:52:05 +0000
To: joseluisbernalarevalo1@hotmail.com
Pues sí, Agustín…es complicado…pero hay que ser humilde a la vez que confiar en uno mismo. Gracias por pasar 🙂
Estoy totalmente de acuerdo con este post que, hay que decirlo, trasciende la literatura y se puede aplicar a todos los ámbitos de la vida. Cuanta gente hay que no sabe aceptar críticas. Y cuantos que parece que sí lo hacen pero es solo fachada. Por dentro piensan igual que estos señores de los que hablas.