AKUTAGAWA RYUNOSUKE: VIDA DE UN IDIOTA Y OTRAS CONFESIONES

akutagawa ryunosuke

«Es que no hay nadie que me haga el favor de venir y estrangularme silenciosamente mientras duermo?». Si creéis que este pensamiento es excesivo para los primeros días del año nuevo, esos momentos tan tiernos en los que creemos que vamos a cambiar en algo o que, al menos, se da la posibilidad de que sucedan cosas positivas, no leáis este libro. Como odio estas fechas, lo acabo de terminar. El prólogo de Carlos Rubio es excepcional, pero os aconsejo que lo leáis después. No hace falta tanta explicación para el desgarrador miedo a la locura. Sufría de alucinaciones, paranoias, era neurasténico e insomne y se suicidó tomando una dosis letal de Veronal (1892-1927).

Su angustia quedó plasmada en los relatos, autobiográficos, de este volumen. Al principio su prosa resulta despegada, como si nos mirara por encima del hombro y resulta algo engreído. Poco a poco, vemos cómo se apodera de él el miedo y, sobre todo, la vergüenza que siente por ser hijo de una demente, por su propia locura y nos lo intenta explicar, con una sinceridad abrumadora, para lo que baja de su pedestal. Somos los confidentes de sus visiones, de sus pensamientos más extremos.
El hecho de que no tolerara la luz del sol podemos tomarlo como una metáfora, ya que dejó de soportar la vida e intenta acercarnos a las simples y tristemente complejas explicaciones de un suicida. Es un libro que considero imprescindible siendo, como soy, una admiradora de la literatura japonesa. Encuentro, una relación con Kenzaburo Oe (os dejo un enlace a una de mis entradas) y el reflejo en papel de las visiones propias de la demencia.
Vida de un idiota y otras confesiones es un libro meláncolico que bebe de Goethe, Anatole France o Strindberg, los ídolos del autor y, sobre todo, del Raskolnikov de Dostoievski. Sin embargo, Ryunosuke no había cometido más crimen que llevar la locura en sus genes pero, claro, no siempre hay un porqué para morir, como tampoco lo hay siempre para vivir.

EDOGAWA RAMPO: RELATOS JAPONESES DE MISTERIO E IMAGINACIÓN

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Probad a decir muy rápido y varias veces con acento japonés cerrado «edogawarampoedogawarampo» y en realidad os saldrá Edgar Allan Poe con acento japonés cerrado. (Como lo de monjamonjamonja). Digamos que, a pesar  de ser una fanática de la fonética, no se me habría ocurrido utilizarla para encontrar mi nombre artístico, como sí ha hecho nuestro autor de hoy, lo que evidencia el culto que sentía por Poe. Su nombre real era Hirai Taro (1894-1965) y se le considera el padre de la narrativa japonesa de misterio. Tuvo trabajos dispares como contable, administrativo, comerciante y vendedor ambulante de fideos. También fue Presidente del Club de escritores de misterio de Japón.

Es cierto que Rampo está muy influido por autores como Conan Doyle o Dostoievski pero sus cuentos, unos más y otros menos, tienen un punto retorcido y asfixiante. Un humor que provoca un escalofrío en el lector, un punto sádico que mezclado con una prosa que parece de lo más inocente, en algunos aspectos algo anticuada, resulta efectiva. Son relatos donde se une lo onírico, lo fantástico y lo cotidiano. Uno se va adentrando en el mundo que el autor ha preparado para nosotros y, al menos yo, he sentido más miedo y más admiración con cada nuevo cuento que iba descubriendo.

Sin duda, las ilustraciones de Leticia Vera, también fotógrafa y poeta, son muy personales y crean un desasosiego perfecto en el lector. No os voy a negar que compré el libro por esos dibujos. Pero al leer los cuentos me di cuenta de que no se recrean en la maldad, sino que es obvio que ésta nos rodea y se esconde en misteriosas formas, descubrir esa visión en un escritor japonés ha sido increíble. Además, admiro a Poe, probablemente, uno de los escritores que más leí de adolescente y cómo olvidar las películas con Lugosi, Karloff, Basil Rathbone, Vincent Price, Peter Lorr, el gran Roger Corman…

Si eres un admirador de Poe este es el libro que le pedirás a Papá Noel.

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