JOHN FANTE: ESPERA LA PRIMAVERA, BANDINI

fante

 

Es posible que esté haciendome mayor sin darme apenas cuenta y que olvidara dejaros el enlace a mi crítica de una de mis novelas favoritas de John Fante: Espera la primavera, Bandini, que he escrito para la revista de información cultural en internet Culturamas. Pero lo soluciono rápido.

Feliz lunes

Hay quien considera a John Fante (1909-1983) precursor de Bukowski. Error. Eso sería como decir que Fante hizo lo que mismo que foto-john-fante-scrittoreBukowski pero antes. No. Fante hacía lo que le daba la gana y lo hacía tan bien que ha hecho tambalear el trono en el que tengo a Raymond Carver. Bukowski no cabe por esa puerta. Sí es correcto admitir que lo recuperó, para que todos podamos disfrutar de sus obras que, en su época, no fueron entendidas en su amplitud y totalidad. Su estilo íntimo es casi imposible de imitar sin ruborizarse. Con un ritmo frenético, las palabras sencillas se suceden en busca de una descripción de su época. Incisivo, sarcástico y mordaz, hace un retrato de la vida americana, de los emigrantes italianos y de los que no son emigrantes italianos con un humor negro y tierno a la vez.

A caballo entre la autobiografía y la novela, la saga de Arturo Bandini, su alter ego,41j7KnvdNaL._SY344_BO1,204,203,200_ es imprescindible. En Espera la primavera, Bandini, nos encontramos en la Gran Depresión. El autor nos presenta las duras condiciones de vida narradas por un adolescente contradictorio y egoísta, muestra las difíciles relaciones familiares insertas en un marco de machismo, pobreza y religiosidad. El hecho de que la acción transcurra en Colorado, en pleno invierno, sólo dificulta ese viaje de Arturo hacia una metafórica primavera donde todo ocurrirá como él siempre ha soñado. Que su padre sea un borracho y que se vaya a vivir con una viuda rica puede que afecte, en cierto modo, a la visión de la masculinidad que, como adolescente, está viviendo y, aunque le cansa la actitud airada y depresiva de la madre, no es un mal chico e intenta sobrellevar como puede la vida familiar que huele a hambre, orgullo y derrota.

Fante es como los besos amargos porque es tan triste que te hace reír y, luego, te parte el corazón, pero siempre deja ese resquicio para que podamos esperar la primavera, luchar como el propio Arturo y sentir el aliento de la esperanza, a pesar de todo.

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WALTER TEVIS: EL BUSCAVIDAS

 

Jane Austen escribía en un rinconcillo de la sala de estar rodeada de gente de la que conocía íntimos secretos y, si no, se los inventaba. Yo no soporto las novelas de esta autora y las películas de sus libros a duras penas, pero me sirven para ilustrar por qué considero El buscavidas una obra extraordinaria. Quizá no debería irme tan lejos y comparar a Tevis con Cormac McCarthy o Chuck Palahniuk, escritores estadounidenses de éxito con novelas llevadas al cine, pero sobre estos señores no tengo nada que decir. Así que volvamos a Austen, que conocía a la perfección a esas personas que entraban y salían de aquella estancia: sus movimientos, su ropa, su forma de hablar.

Todo ello dota a la narración de la verosimilitud necesaria para crear unos personajes lo más realistas posibles en una atmósfera que los encuadre. En cualquier taller de escritura se nos dirá: “escribe de lo que sabes”. Incluso, es posible, que el propio Walter Tevis (1928-1984), profesor de Literatura y escritura creativa en la Universidad de Ohio dijera lo mismo en alguna ocasión. Descubrió en la adolescencia sus dos grandes pasiones: el billar y la ciencia ficción, por lo que no me cabe duda de que los personajes inolvidables de esta novela se fueran amasando en su cabeza durante años, para recrear un ambiente absolutamente claustrofóbico, incluso teatral.

La atmósfera en la que el lector queda atrapado no le deja otra salida que seguir leyendo, a pesar de que su propio mundo esté tan alejado del billar. La tensión, los personajes, la ambientación, los tugurios… parece que podamos oler el humo y el alcohol. Que oigamos los golpes secos de las bolas al chocar. La soledad, la ambición, la soberbia y tantos otros temas expuestos mediante una introspección psicológica certera pero, sobre todo, honesta.

Su lenguaje es sobrio y preciso. Ni siquiera pienso que los relatos de boxeo de Hemingway estuvieran a esta altura. Y, aunque considero lógico que cuando hablamos de El buscavidas Paul Newman eclipse todo lo demás, no debemos olvidar que interiorizó un personaje, lo hizo suyo y lo hizo más grande que su propia figura de actor, como siempre hacía. Pero es injusto que no recordemos que Walter Tevis es el autor de El buscavidas.

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