Podría daros muchas y variadas razones para leer a Doris Lessing porque es, y no era, una gran escritora, pero sólo os voy a decir algo que siempre he pensado y que ella ya había puesto en palabras: los hombres y las mujeres no somos tan diferentes. Si nos empeñamos en las diferencias nunca veremos las semejanzas y en estas Historias de Londres podemos observar todo tipo de personajes en los que comprender la esencia humana. Este volumen encierra 18 cuentos sobre las relaciones de esos hombres y mujeres en un Londres fiero, diverso y lleno de matices. Historias de padres e hijos, de amigos, de desconocidos que vemos en la calle. Historias de pobreza y desesperación ambientadas en los oscuros años 80 del siglo pasado que bien podrían ser los que vivimos hoy en nuestro país. La decadencia moral y la ruina económica que soportan los mismos de siempre no sólo es una denuncia. En una urbe hay muchos habitantes tan culpables y tan inocentes, tan inconscientes como los gobernantes de que sus propios actos afectan a los que nos rodean. Muchas son historias duras, intemporales, escritas, sin embargo, desde la compasión y la dulzura. Me encanta Doris Lessing y otras escritoras como Herta Müller o Yoko Ogawa (de la que hablaremos pronto) porque escriben para todos los lectores que quieren acercarse a la esencia del ser humano, como decíamos, oscuro y terrible en tantas ocasiones, lo que no nos puede privar de retener en la memoria las buenas acciones que podemos llevar a cabo si nos lo proponemos. Alguien debería preocuparse por los seres al margen, parece querer decirnos Lessing, sin olvidar a todos los demás ciudadanos que no son meros comparsas, que deberían percibirse desde fuera. Están ahí aunque a veces sería mejor que no estuvieran.