A Faulkner se le conoce por el mito, las gentes y lugares de Yoknapatawpha, que es una referencia al hogar y la historia del autor del norte de Mississippi. En su obra hay dos dimensiones: las alteraciones de orden y la creación de un universo fijo. Se entremezclan presente y pasado, olvido y recuerdo. Faulkner se trasladó con su familia a Oxford, su lugar de residencia durante prácticamente el resto de su vida. Creció en el seno de una familia ensombrecida por su propia historia. No llegó a terminar sus estudios secundarios, pero desde muy joven es un ávido lector con un deseo anunciado: ser escritor. Escribir se convirtió en un medio de afirmar una identidad que le ligaba al pasado. Faulkner, a diferencia de muchos escritores modernistas, no se vinculó a ninguna escuela y no viajó demasiado, pues no se desarraigó de forma permanente del lugar en el que había crecido. En Oxford trabajó en un aislamiento único entre los principales escritores del siglo XX. No obstante, como otros modernistas, quiere enfrentarse al pasado sin perder la voz individual buscando las palabras adecuadas. Suele organizar sus novelas en torno a vacíos, sucesos a los que se hace referencia pero que no se describen. As I Lay Dying (Mientras agonizo), ha sido aclamada por la crítica como su mejor novela, siendo denominada por él mismo como tour de force. Se trata de cincuenta y nueve capítulos contados con la técnica del monólogo interior y stream of consciousness por quince diferentes narradores. La familia Bundren se encuentra al borde de ser un conjunto de voces alienadas pero mediante una utilización magistral de las técnicas narrativas, Faulkner conseguirá un excepcional retrato de caracteres y del microcosmos en el que se desarrolla la historia, Yoknapatawpha. En este condado imaginario del sur de Estados Unidos (años 20-30), las tensiones se producen entre clanes familiares. La gran mayoría de los habitantes son granjeros, pero bajo ellos, se sitúan los blancos pobres, jornaleros, cazadores que subsisten en las zonas rurales más apartadas, estrato social al que pertenecen los Bundren. El núcleo es la madre, Addie, que agoniza, mientras su marido y sus hijos se preparan para cumplir su voluntad, ser enterrada en el cementerio de Jefferson junto a sus antepasados; así se lo había hecho prometer a su marido. Los Bundren cumplen rigurosamente con el deseo de la matriarca del clan, pero lo hacen coincidir con sus propias necesidades. Se unen, por tanto, los deseos individuales que los alejan unos de otros, con el propósito que les permite finalizar el viaje. Conseguirán llevar a cabo su empresa a través de múltiples penalidades y accidentes frente a las fuerzas de la naturaleza, una lucha que proporciona al viaje de los Bundren las características de un éxodo bíblico, ya que se mezcla una épica religiosa y pagana. La imaginería tan universal de los símbolos es demasiado épica para unos personajes tan vulgares. Evidentemente, no son héroes a la manera clásica, sino que se trata de seres humanos con sus fallos egoístas y mezquinos. Nueve días después de la muerte de Addie, la familia llega a Jefferson. Darl se convierte en el chivo expiatorio y es enviado a un manicomio. Deshaciéndose finalmente de Darl, los Bundren, así como la narración, llevan a cabo un progreso hacia delante que completa sus búsquedas consiguiendo un orden en la novela, aunque éste sea extraño.