JUAN JOSÉ MILLÁS: CERBERO SON LAS SOMBRAS

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Juan José Millás es un autor que me influye mucho, en especial, sus artículos breves por su peculiar estilo mordaz y gran sentido del humor. La mayor parte de las novelas que he leído de este autor no me han parecido a la altura de su talento como periodista que podemos ver en Articuentos (2001).

Descubrí a Millás con 18 años cuando su novela El desorden de tu nombre (1986) era lectura obligatoria en el instituto. Di muchas vueltas a la trama y los personajes, me impactó y la profesora, ante mi comentario de texto, tuvo que volver a leerlo. Yo lo he reeleído y no sé qué encontré pero no ha pasado de ser, para mí, una novelita del estilo de Dos mujeres en Praga (2002).

Sin embargo, Cerbero son las sombras  (Premio Sésamo 1975), destaca por su lenguaje seco y a veces poético. Quizá sea ese su peor defecto pues se trata de una larga carta de un adolescente a su padre. En el fondo es como ver un musical. Cuando era pequeña y veía las películas de Fred Astaire o Gene Kelly no pensaba que resultaba absurdo que se pusieran a bailar y cantar a pleno pulmón, mirándome a mí, a golpe de orquesta, porque es una convención. Con esta novela debemos hacer lo mismo y dejar de creer que un adolescente, aunque de una época pasada, pudiera contar con un dominio semejante del lenguaje que nos muestra lo que conlleva la falta de democracia, que ya hemos vivido en nuestro país no hace tanto, a través de la incomunicación de una familia en la difícil, de por sí, transición a la vida adulta, que está perfectamente retratada.

Aunque por mis palabras pueda parecer un pestiño, nada más lejos de la realidad. El miedo es el tema principal, no sólo de la vida de estos personajes que recuerdan al mejor Baroja de La Busca, sino que es el hilo que teje nuestra propia vida, aunque nos cueste reconocerlo.

W.H. AUDEN: EL POETA Y LA CIUDAD

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  El tema principal de The poet & the City , uno de los tres ensayos que conforman The Dyer’s Hand (1963) es la vocación de ser poeta y las dificultades que atraviesa la vocación artística en la época contemporánea a Auden. Éste señala el nacimiento de esa vocación y los obstáculos –mayores que en el pasado- que debe superar el escritor. He considerado presentar el desarrollo de este planteamiento en cuatro apartados:

  1. Quiero ser escritor. ¿Por qué? Porque el artista es responsable de lo que hace. Se dedica a actividades “gratuitas”, “puro arte”. En nuestra sociedad estamos dominados por los valores aplicados al trabajo y lo gratuito no se tiene en cuenta (hecho que debe ser aceptado por el artista). Este tipo de personas sin talento y que pretenden ser escritores es posible que sientan nostalgia del estatus social que en el pasado poseían los poetas.
  2. Educación. Para Auden un poeta en potencia debe educarse a sí mismo, ya que la universidad sólo contribuye a ello por casualidad.  La ciudad se presenta como un riesgo para el artista inmaduro que necesita considerar de qué va a vivir. Su curriculum incluye conocimientos en todo tipo de áreas de conocimiento para profesionalizar su gusto y no ser banal. Pero el autodidactismo tiene una serie de desventajas:

a)    Incertidumbre en el gusto.

b)    Excentricidad.

c)    Egoísmo.

3. Dificultades actuales para la vocación artística.

  • Pérdida de la creencia en la eternidad del universo físico. El poeta actual está más tentado que sus predecesores a abandonar la búsqueda de la perfección como una pérdida de tiempo; se contenta con bosquejos e improvisaciones en la era del “usar y tirar”.
  • Pérdida de la creencia en el significado y la realidad de los fenómenos sensoriales. La ciencia moderna ha destruido nuestra fe en la ingenua observación de nuestros sentidos. Nos dice que no podemos saber cómo es el universo físico “real”; sólo podemos aprehender cualquier noción subjetiva apropiada a un propósito humano particular. Esto destruye la concepción del arte como “mímesis”. Ya no hay una naturaleza “fuera” que se pueda imitar. Todo lo que puede hacer el poeta es ser sincero a sus sensaciones objetivas y a sus sentimientos.
  • Pérdida de creencia en una norma de la naturaleza humana que siempre requiere el mismo tipo de mundo construido por el hombre para sentirse seguro. La tecnología ha cambiado el modo de vida y el concepto de “tradición”, que ahora es una conciencia de todo el pasado, así como del presente (ya no se entiende como una generación que trabaja para la siguiente). También es distinto el concepto de “originalidad”; ya no significa una modificación del estilo de los predecesores sino una capacidad para encontrar la propia voz.
  • Desaparición del Public Realm como la esfera de hechos personales reveladores. Las artes y, la literatura en particular, han perdido al hombre de acción, al creador de hechos públicos, que ahora es el científico. Los medios de comunicación no ofrecen arte popular, sino entretenimiento para ser consumido y regurgitado rápidamente. Los “intelectuales” que sobreviven corren el riesgo de convertirse en snobs.

4. La ética y el compromiso del poeta frente a estos obstáculos. Como los intereses solidarios no son los predominantes en nuestra sociedad, todo artista se siente a sí mismo reñido con la civilización moderna. Para Auden, el mero hecho de hacer una obra de arte es un acto político. Mientras los artistas sigan haciendo lo que piensan que deben hacer no deberán olvidar que escriben para personas concretas, con rostros y nombres.

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