CHARLES BAXTER: GRIFO

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Estados Unidos es un país con una gran tradición cuentística. El primer autor que nos viene a la mente es Raymond Carver, maestro de la concisión y el primer escritor, junto con Chéjov, que cualquier aspirante a narrador menciona como referente (incluida yo).  Baxter no es tan famoso como Tobias Wolff o Richard Ford, por mencionar otros autores estadounidenses. Es profesor de escritura creativa en las universidades de Michigan y Minnesota. En 1997 ganó el Premio de la American Academy of Arts and Letters y en 2000 fue finalista del National Book Award con El festín del amor, cuya adaptación se llevó al  cine con el título El juego del amor​ en 2007, la dirigió Robert Benton y la protagonizaban Morgan Freeman, Fred Ward y Gred Kinnear.

El foco de los relatos en Grifo es la vida cotidiana de una clase media americana llena de dudas y amarguras. No obstante, el modo de tratar sus cuentos es muy diferente a lo que entendimos por realismo sucio. Si en el caso de Carver fue su editor, Gordon Lish, quien decidió quitar carne hasta llegar al hueso, Baxter se explaya, recrea ambientes en los que el lector se zambulle y consigue mantener la atención en detalles que nos llevan a aspectos dramáticos, incluso. No en vano, el propio Baxter dice que no hace falta quemar un Chevrolet o matar a alguien en la primera página para mantener la atención. Por tanto, tiene una manera particular de narrar que nos aleja de los relatos clonados que vemos por todas partes, porque no sólo relata pinceladas, sino que nos permite conocer de manera íntima los personajes, con un humor sutil, mientras vemos cómo llega la tormenta. En ocasiones sólo será un acontecimiento aparentemente casual, que provoca un cambio en la vida de esos personajes. Otras veces, es una especie de sartenazo amable (si me permitís la expresión) con el que tanto los personajes como los lectores quedarán tocados pero no hundidos.

Grifo es uno de esos libros que empiezas con curiosidad pero terminas con dolor. La amabilidad, que no inocencia ni melodrama, de su narrativa me ha calado y espero que también lo consiga con vosotrxs. Lo cierto es que cuantos más cuentistas conozco, más inmerecido me parece el Nobel de Alice Munro. Totalmente recomendable.

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TIM BARRY: «SOLID GONE»

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Creo que fue en 1988 cuando descubrí que en Estados Unidos había millones de pobres. Porque una cosa es que haya pobres en un país pobre y otro que en la mayor potencia del mundo (sobre todo en los 80) hubiera tantos sin techo y, lo que más me llamó la atención, trabajadores pobres. Aquello que terminó llamándose working class o clase trabajadora, que doblan turnos e hilan trabajos mal pagados, vamos, lo que ya ha llegado a España o Alemania, ya era el pan nuestro de cada día en la era del darwinismo social de Reagan, Thatcher, tristemente etc. De la Gran Depresión aún no tenía noticias, pero lo que está claro es que el fantasma de Tom Joad de Las uvas de la ira de Steinbeck estaba presente en las zonas deprimidas de la América profunda, la que retrata Barry, cantautor de Richmond, Virginia, y antiguo líder de la banda de punk-rock, Avail.

Desde MONÓLOGO INTERIOR venimos diciendo desde hace tiempo que hay grandes historias en muchas canciones como en las de  Johnny Cash (“Out Among The Stars”), John Hiatt (“Nobody Knew His Mame”), Bruce Springsteen ( “My Father’s House”)Dave Alvin  (“Harlan County Line”) , de nuevo John Hiatt  (“Have a Little Faith In Me”) ,Hozier  (“The Arsonist’s Lullaby”) y Sarah Jaffe (Watch Me Fall Apart) o de Eliott Smith, » A Fond Farewell». Lo que más me gusta de Solid Gone es la autenticidad y lo que me lleva al realismo sucio de Raymond Carver, sólo que la desesperanza de esta canción es aún mayor. Para los cinéfilos, os diré que me recuerda mucho a Winter’s Bone, de Debra Granik, con una jovencísima Jennifer Lawrence, cuya banda sonora no tiene desperdicio. Y como no, al escuchar esta canción vas de inmediato al album Nebraska de Springsteen, donde la América rural, esa que sólo se ve en las cintas independientes, está alejada de los rascacielos pero no tanto de las armas, los desahucios, la cárcel y la epidemia de heroína que asola a los blancos pobres. En los vídeos de otras canciones de Barry aparecen insistentemente los mercancías que cruzan el país y los vagabundos que se suben a ellos, como hizo Woody Guthrie que cantaba This Land is My Land, sin duda, una de sus grandes inspiraciones. Esta es la historia de alguien que se va por completo (solid gone).

Tim Barry: Solid Gone 

I was young when I got married, young  when we had kids

Young when mom got sick and moved in

Dads gone, to that cancer song

 

 

Before my dad died, he left me his .22

A winchester rifle, it was his dads to

Now its mine, my how time flies

I  pay our rent by cleaning, the offices in town

We live on a bad side, where the police don’t come round

It aint safe, but I can’t move us out

 

The bills they stack up, in the mailbox outside

Mostly from hospital, from before dad died

And the rest were past due and shutoff dates

 

Well the new guy on the job, talked me in on my way down

We go half on some weight, I pay some bills we both get out

He’d front it too, what would you do

 

I started selling to some old friends, gave some to granny Ruth.

She’s sick with cancer, same as dads it helps her through

I paid some bills off, was getting out

Then I hear this crashing, outside my house

These men came running at my maw maw, running at my wife

my daughter started screaming, I feared for their life

my weapon drawn, I had not known

 

The men who tore off my lock, and broken down my door

And threatened my family, were officers of the law

In darkened rooms, how could I have known

Such a terror, inside my home

Nine years to twenty, what have I done

Nine years to twenty, intent and a gun

To my family, what have I done

For my family, what have I done

 

Before my dad died, he left me his .22

Look over your family son, do what you need to

Dad’s gone, now I’m solid gone

But we always done, what needed to be done.

Tim Barry «Solid Gone», Traducción Berta Delgado Melgosa

Era joven cuando me casé y joven cuando tuve a los niños.

Joven cuando mi madre enfermó y nos mudamos aquí.

Papá se fue por el cáncer.

 

Antes de que muriera, papá me dejó su .22,

un rifle Winchester que era de su padre.

Ahora es mío y mi tiempo vuela.

Pagué el alquiler limpiando oficinas en la ciudad.

Vivimos en una parte mala, donde la policía no entra,

no es seguro, pero no podemos irnos.

 

Se acumularon las facturas en el buzón,

la mayoría del hospital, de antes de morir mi padre

y el resto cartas de servicios cortados.

 

Bueno, el tío nuevo del trabajo, me contó un día al salir

que, si íbamos a medias, pagaría algunas facturas y que saldríamos los dos adelante

él iría primero, qué podía hacer.

 

Empecé a vender a viejos amigos, le di algo a la abuela Ruth,

ella tenía cáncer, el mismo que papá y le ayudaría.

Pagué algunas facturas, estaba empezando a salir del agujero.

Entonces oí un ruido fuera de la casa.

Aquellos hombres corrían hacia mi mujer,

mi hija empezó a gritar, temí por sus vidas.

«Baje el arma», no sabía.

Los hombres que rompieron la cerradura y echaron abajo la puerta

eran hombres de la ley, amenazaron a mi familia.

Las habitaciones estaban a oscuras, cómo podía haberlo sabido,

ese terror dentro de mi casa.

De 9 a 20 años, qué había hecho.

 

De 9 a 20 años, tentantiva y armado,

qué le había hecho a mi familia.

Qué había hecho por mi familia.

 

Antes de que mi padre muriera, me dejó su .22.

«Cuida de tu familia, hijo, haz lo que sea necesario».

Papá murió y yo me he ido del todo,

pero siempre hemos hecho lo que era necesario.

MI ROMANCE: GORDON LISH

 

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Mi romance de Gordon Lish es una auténtica mierda. He estado pensando cómo decirlo de una manera diplomática pero no he tenido ni fuerza ni ganas. Para los que creáis que no conocéis a Lish os diré que es muy posible que estéis equivocados. Además de enseñar escritura creativa a grandes autores, es el más famoso editor de la editorial Alfred A. Knopf, ya que ha podado libros de Raymond Carver o Richard Ford. Y he decir también, que he leído De qué hablamos cuando hablamos de amor de Carver que es estupendo y Principiantes que es la versión sin corregir por Lish y no lo pude acabar. Sus correcciones no son sólo brillantes sino necesarias. Es posible que esta novelilla de la que hablamos sea de lo peor que escribió, a tenor de lo que dice de él Don Delillo, pero es lo que tengo entre manos.

En su descargo diré que no me gusta la traducción, porque la novela trata de un discurso que el propio Lish, como personaje, dicta en una conferencia. Es decir, todo el relato es una conferencia «suya» inventada que va sobre su vida, hasta qué punto inventada no lo sé. Y como es un discurso, el autor ha intentado la inmediatez del lenguaje hablado, con repeticiones, expresiones del lenguaje oral y los balbuceos propios del inglés hablado (por ejemplo, el doblaje al español de Robert De Niro), que la traducción, me parece a mí, debería haber omitido. Pero claro, sus palabras dejarían de tener ese aire de diálogo, aunque falso, con el lector, que es la supuesta gracia del libro.

La cuestión es que mientras leía tenía en mente a este tipo de actor-director de cine, judío por lo general, pongamos Woody Allen, egotista, de verborrea incontenida que acaba con mi paciencia. Se lo habría perdonado todo, os lo juro, si las anécdotas hubieran tenido la más mínima gracia, pero su psoriasis y el reloj que quiere vender al público una y otra vez no lo consiguen. Lo irónico del asunto es que si se hubiera limitado a contar su vida habría sido increíble y no se habría convertido sólo en un personaje de comedieta de televisión. Por tanto, un resultado paupérrimo pero no me cierro en banda. Descubrir talentos y corregir genios no es moco de pavo. Dentro de un tiempo igual me animo a leer otra de sus obras o me centro en su hijo Atticus, que el año pasado ganó el Pen/Faulkner de narrativa con su libro Preparation for the Next Life. ¿El talento se hereda? ¿Qué pensáis?

bertadelgadomelgosa@gmail.com ❤

 

 

 

 

HEINRICH BÖLL: LOS SILENCIOS DEL DR. MURKE

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Heinrich Böll (Colonia 1917-1985) es mi autor favorito. Hay otros, por supuesto, ahora me vienen a la cabeza unos cuantos: Raymond Carver y  Anton Chéjov. (Todo el mundo dice estos nombres, muchas veces sin conocimiento). John Fante, Alistair Macleod y John Cheever. (Mis infinitas reverencias). Miguel Delibes, Jesús Ferrero, Alfredo Conde e Ignacio Vidal-Folch (increíbles…no suficientemente reconocidos). Yasunari Kawabata y James Joyce (tan personales). Hay más, habrá muchos más, pero esto es como los amantes, siempre hay alguien especial, más especial.

Böll consiguó el Premio Nobel de Literatura en 1972, en mi opinión, uno de los que se lo merecen. Por mí, como si no hubiera ganado ni un concurso de rimas en su pueblo, pero así puedo encontrar su obra completa.  Era católico, a veces un poco pesado con la religión, pero es que era de otra época, es que las guerras mundiales no daban tiempo a las personas para saber quién tenía el palito de selfie más largo. No había tiempo, las personas, no los personajes que creamos en las redes sociales, tenían hambre, frío y necesidades más evidentes que mirarse el ombligo. Ahora también, quizá, más, pero mentimos de otra manera. Ahora los jóvenes judíos se hacen fotos en los campos de concentración. Böll luchaba contra las contaminaciones ideológicas que dieran lugar a otra catástrofe como el régimen hitleriano. Böll tenía un deber moral con la sociedad. Retrata esa sociedad y lo más detestable de esa sociedad con una naturalidad que duele. Es dulce y, a la vez, despiadado. No es un charlatán, no es un predicador, es un mago al que no le gustan los trucos.

Os iré hablando de sus obras, como Opiniones de un payaso, El honor perdido de Katharina Blum, Billar a las nueve y media, Retrato de grupo con señora… es decir, todas. Es mi autor favorito, ¿os lo había dicho? Pero hoy quería hablaros de Los silencios del Dr. Murke, una de las obras qué más ha influido en mi nuevo proyecto junto a masLucena, que dentro de poco podréis degustar. Los silencios del Dr. Murke son relatos de corte absurdo, satírico y sarcástico. Analizan el pasado de Alemania, el milagro económico, la soledad, los usos y costumbres, que el fin no justifica los medios o la frontera de la cordura y el desequilibrio mental.

Cuando termino un libro de Böll siempre querría haberlo escrito. Como siempre os digo si queréis pasar el rato, si sólo queréis leer para pasar el rato, no léais ninguno de los autores que os he mencionado. A Böll menos que ningún otro.

 

 

 

JOHN FANTE vs ARTURO BANDINI

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Que las calles son mezquinas ya lo sabíamos todos. Hasta qué punto, bueno para saber hasta qué punto habría que oír a Lana del Rey o a Johnny Cash rodeado de mugre en una habitación, oliendo a sudor y a sueños que ya no significan nada. Desde luego las calles ya no podrán volver a ser las mismas después de leer Pregúntaselo al polvo de John Fante. El narrador es Arturo Bandini, su álter ego, pero vete a saber quién es más autor. Hoy he terminado de leerlo y estoy asqueada, emocionada, dolida. Estoy impresionada y triste a un tiempo. Unas veces he querido tirarlo. Otras he dejado de leer o lo he hecho muy deprisa, como con vergüenza por haberme sentido así mil veces, como una mierda, quiero decir. Es una novela que hace daño. Hay que odiarse mucho para escribir así. Y también hay que tener absoluta confianza en lo que haces. Bukowski, a quien leí con 21 años, no me impresionó, no ha llegado a Fante ni a la altura del betún. O a Bandini. O a ambos. Pero le ha dado el lugar que se merece. Gracias Bukowski. Y dicho esto, me he dado cuenta de que cuando termino un libro increíble me dan unas ganas tremendas de escribir auténtica porquería pero aquí seguimos porque eso es lo que somos ¿no? una mota de polvo en un terremoto. El amor es algo ingenuo y cruel que nos ensalza o nos destruye. La historia de tantas personas, te quiero pero no debo, tú quieres a otro que te desprecia y en esa rueda nos agarramos a las ruinas que te hacen seguir vivo.

Desde el punto de vista literario es aún más impresionante. Una prosa cruda y viva (que Carver me perdone o, mejor, su editor) digna del mejor realismo sucio, muy, muy posterior. El juego entre Fante y Bandini es un paralelismo entre Camila y Arturo. Amor-odio. El que no haya vivido no sabrá a qué me refiero. Múltiples lecturas se solapan ante el éxtasis literario que acabo de experimentar. La historia americana de preguerra (las vidas anodinas o la pobreza), el conocimiento de uno mismo al desbrozar el escritor del personaje y el oficio de escribir desde las entrañas. La VIDA.

P.D. Gracias MAS por decirme que tenía que leerlo. Espero que no sea demasiado tarde, quizá debería haberlo leído antes que Catedral. ¡Por Dios, que Carver me perdone!