WALTER TEVIS: EL BUSCAVIDAS

 

Jane Austen escribía en un rinconcillo de la sala de estar rodeada de gente de la que conocía íntimos secretos y, si no, se los inventaba. Yo no soporto las novelas de esta autora y las películas de sus libros a duras penas, pero me sirven para ilustrar por qué considero El buscavidas una obra extraordinaria. Quizá no debería irme tan lejos y comparar a Tevis con Cormac McCarthy o Chuck Palahniuk, escritores estadounidenses de éxito con novelas llevadas al cine, pero sobre estos señores no tengo nada que decir. Así que volvamos a Austen, que conocía a la perfección a esas personas que entraban y salían de aquella estancia: sus movimientos, su ropa, su forma de hablar.

Todo ello dota a la narración de la verosimilitud necesaria para crear unos personajes lo más realistas posibles en una atmósfera que los encuadre. En cualquier taller de escritura se nos dirá: “escribe de lo que sabes”. Incluso, es posible, que el propio Walter Tevis (1928-1984), profesor de Literatura y escritura creativa en la Universidad de Ohio dijera lo mismo en alguna ocasión. Descubrió en la adolescencia sus dos grandes pasiones: el billar y la ciencia ficción, por lo que no me cabe duda de que los personajes inolvidables de esta novela se fueran amasando en su cabeza durante años, para recrear un ambiente absolutamente claustrofóbico, incluso teatral.

La atmósfera en la que el lector queda atrapado no le deja otra salida que seguir leyendo, a pesar de que su propio mundo esté tan alejado del billar. La tensión, los personajes, la ambientación, los tugurios… parece que podamos oler el humo y el alcohol. Que oigamos los golpes secos de las bolas al chocar. La soledad, la ambición, la soberbia y tantos otros temas expuestos mediante una introspección psicológica certera pero, sobre todo, honesta.

Su lenguaje es sobrio y preciso. Ni siquiera pienso que los relatos de boxeo de Hemingway estuvieran a esta altura. Y, aunque considero lógico que cuando hablamos de El buscavidas Paul Newman eclipse todo lo demás, no debemos olvidar que interiorizó un personaje, lo hizo suyo y lo hizo más grande que su propia figura de actor, como siempre hacía. Pero es injusto que no recordemos que Walter Tevis es el autor de El buscavidas.

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MILAN KUNDERA: EL LIBRO DE LOS AMORES RIDÍCULOS

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Como muchos de vosotros cuando tengo un libro en las manos ojeo la contraportada y veo de qué va. En este caso, bueno, no sé qué pensar. Es una cuestión de comas. Os dejo que lo leáis y me decís, ¿sí?

“Tal vez por haber sido escritas en el período (entre 1959 y 1968) más feliz de la vida de Milan Kundera, según sus propias palabras, estas narraciones son las más alegres, las más seriamente desvergonzadas y las más reflexivamente divertidas de su obra.”

        ¿Entonces? Dos opciones:

  1. El período entre 1959 y 1968 es el más feliz de Kundera, según sus propias palabras o,
  2. estas narraciones son las más alegres que ha escrito, según sus propias palabras.

 El hecho de no poder siquiera interpretar cuál son las verdaderas palabras del autor tiene su miga, no creáis. ¿Se necesita estar alegre para hacer algo divertido? ¿Cuando se es infeliz se escribe mejor? Estas comas mal puestas podrían parecer una tontería si no me hubiera reído más que un par de veces. Lo cierto es que es uno de los libros de relatos que vuelven a  mí por lo mal que lo pasé leyendo alguno de ellos que me han atormentado como sólo lo puede hacer Maupassant o Ian MacEwan. Temas que me fascinan por un lado y que me preocupan por otro son la humillación, la mentira, el suicidio, el amor, la amistad, lo que somos y lo que parecemos, el sexo, lo que nunca sabrán los demás de nosotros mismos, lo que jamás sabremos de nosotros mismos, la vejez, el dolor y la degradación física. Francamente, no veo la risotada por ningún sitio. En cualquier caso, y aunque yo carezca de sentido del humor o sólo vea el sentido trágico de la vida, os aseguro que es un libro que deberíais leer. Porque no es que sea tronchante, entendía que este autor no es un graciosillo, pero es que la burla del ser humano a mí me ha parecido terrible. Los personajes exagerados a veces son ridículos, lo que me parece fatal porque soy española y a los españoles nos avergüenzan las vergüenzas de los demás. La moralidad y la inmoralidad se mezclan con el daño que podemos hacer a los que nos rodean o a nosotros mismos. Y también está la fe o la falta de ella. Dios guiando a estos personajes del gran teatro del mundo. El que se ríe es Kundera. De eso no hay duda. Coge a sus personajes como a liliputienses que juegan a interpretar en un teatro sus miserias. Divertido, no diría. Imprescindible sí.